Hasta hace apenas dos o tres años, España seguía siendo uno de los países más “dieselizados” de Europa, en los que 7 de cada 10 coches matriculados tenían motores diésel bajo su capó. 2016 marcó el punto de inflexión en esta tendencia, en parte debido al escándalo de los TDI trucados del Grupo Volkswagen, así como la demonización del combustible, al que se culpa de causar parte importante de la contaminación de nuestras ciudades – siendo esto una verdad a medias. En 2017, el diésel ha perdido aún más terreno a favor de la gasolina, y las cifras anuales de ventas lo atestiguan.
En 2016 la cuota de mercado de los vehículos diésel fue del 56,8% (ver artículo sobre las ventas de coches en 2016), y ya había caído sensiblemente desde el 62,9% del año 2015. En 2017, hemos cerrado el año con una cuota de mercado para el diésel del 48,3%. La cuota de mercado de la gasolina no hace más que aumentar, posicionándose en un 46,6% para el año pasado, correspondiendo el restante 5,1% a vehículos híbridos y eléctricos. Las cifras son aún más relevantes si tenemos en cuenta que en 5 de los últimos 12 meses la cuota de mercado de los gasolina ha sido superior a la de los diésel.
Hace años se llegó a superar el 70% de cuota de mercado para los vehículos movidos por motorizaciones diésel.
De hecho, en el último mes de noviembre el diésel ha alcanzado su mínimo histórico en décadas, con una cuota de sólo el 43,9% – cifras dignas de los años 90, antes del advenimiento de los motores turbodiésel modernos y una fiscalidad beneficioso que hizo explotar sus cifras de ventas. En el pasado ejercicio, se han vendido en España 1.234.931 turismos, un 7,7% más que en 2016. En 2018