Si los grandes grupos automovilísticos del sector apostaran por las energías renovables y los materiales biodegradables para fabricar sus coches, probablemente el mundo sería algo mejor. Cuidado, no es que les eche la culpa del brutal calentamiento global que sufrimos, pero si los vehículos se pudieran reciclar en una mayor proporción, quizá se podría minimizar aún más su impacto en el medio ambiente y la sociedad en su conjunto.
Esto es lo que han pensado unos estudiantes de la Universidad de Tecnología de Eindhoven, en los Países Bajos, pues han desarrollado un prototipo de vehículo eléctrico prácticamente biodegradable en su totalidad que han bautizado con el nombre de Lina. Este vehículo, con capacidad para cuatro ocupantes cuenta con un chasis, estructura externa y otras partes que están diseñados para ser biodegradables a fin de facilitar el reciclaje del mismo al final de la vida útil del vehículo.
Según estos estudiantes, la estructura que da vida a Lina está compuesta por dos hojas de biomaterial compuesto creado con derivados del lino en el que se encuentra un núcleo con estructura en panal de abeja que se ha fabricado con ácido poliláctico; es decir, un bioplástico hecho con remolacha azucarera. Con todo, este material es muy resistente y ligero, pues permite que el peso en la báscula de toda la estructura de Lina sea de sólo 310 kilos.
Este dato es muy parecido al que se obtendría empelando fibra de carbono, aunque a un coste económico y tecnológico muy inferior. Además, para obtener las materias primas necesarias para fabricar una unidad de Lina sólo sería necesario contar con una plantación de sólo 300 metros cuadrados de tierra. Con todo, estas plantas absorberían una gran cantidad de dióxido de carbono durante su crecimiento, convirtiendo en más beneficioso el proceso para el medio ambiente.
Sin embargo, y aunque