No es ninguna novedad la estrategia que se está llevando a nivel mundial para restringir los vehículos de combustión, al menos, en las grandes ciudades. Si hace 20 años existía toda una campaña a favor del coche diésel, el cual era toda una revolución por consumos y precio del mismo combustible, ahora se lo demoniza –y con razón-.
Sea como fuere, tanto el vehículo de gasóleo como el de gasolina van a ir muriendo poco a poco en favor de nuevos vehículos híbridos o incluso eléctricos. Las grandes ciudades conseguirán así, un ambiente más limpio, con menos contaminación.
Bruselas, capital de la Unión Europea, no podía ser menos, y quizá ha tomado la iniciativa más drástica dentro de toda la Unión. A partir de junio de 2018, los vehículos Euro 1 o Euro 0 movidos por gasóleos, aquellos construidos antes de 1997, no podrán entrar a la ciudad a menos que compren un ticket especial, cuyo precio todavía no se ha confirmado.
Para 2019, serán los vehículos pre-Euro 3 diésel y pre-Euro 2 gasolina, anteriores a 2001 y 1997 respectivamente, los que no podrán entrar en los alrededores de la ciudad belga para 2019.
En 2022 las restricciones se endurecerán, afectando a vehículos clásicos con 30 años de antigüedad, autobuses escolares e incluso a scooters. Limpiar las ciudades de vehículos contaminantes tendrá una consecuencia casi inmediata en los habitantes de las mismas, que podrán respirar un aire ligeramente más limpio.
El sistema de la zona de bajas emisiones belga utiliza cámaras conectadas las 24 horas del día que son capaces de reconocer automáticamente el número de matrícula. Esto significa que si algún vehículo de estas características entrara en la ciudad cualquier día y hora del año, será multado.
Si los conductores necesitan entrar a esta zona de bajas emisiones, deberán enseñar en el parabrisas una pegatina