Desde que BMW lanzó el BMW M3 E46 al mercado en el año 2000, hace ya 18 años, he tenido el honor de probar todas las variantes de M3 (y después M4 tras el cambio de nomenclatura) que se han comercializado. M3 E46 manual, SMG II, coupé, cabrio, hasta he tenido la suerte de conducir el CSL de aquella inolvidable generación E46 de cuyas pruebas no tenemos enlaces porque por aquel entonces Internet todavía estaba naciendo. Le siguió el M3 V8 y ya al M4 coupé en versión con caja DKG o manual, cabrio, el M Performance y el Competition Sport. Incluso el exclusivo y radical M4 GTS pasó por aquí hace exactamente un año, pero de todos ellos, si tuviese el privilegio de elegir cuál ocuparía mi garaje, sería este que hoy nos ocupa, el BMW M4 CS. ¿Por qué? Te lo cuento.
Después de haber conocido todos estos coches, casi todos los M3 y M4 que se han comercializado en los últimos 18 años creo que estoy preparado para probar el CS y lanzar un veredicto. Antes de nada lo primero es posicionar el M4 CS para que nadie se confunda. No estamos ante un nuevo M4 con un paquete de equipamiento deportivo o una edición limitada como eran los Competition Pack y Competition Sport lanzado para España en solo 60 unidades. Este es algo más.
Se trata de un modelo que, si bien no está limitado en cuanto a número total de unidades que se fabricarán, sí lo estará en el tiempo ya que solo se fabricará en 2017, 2018 y 2019. Más deportivo y prestacional que un M4 normal, pero menos radical y delicado de llevar que un BMW M4 GTS manteniendo la posibilidad de usarlo a diario. Esas podrían ser las premisas que el equipo