Donald Trump está on fire firmando papeles incendiarios últimamente. No le ha bastado con iniciar una guerra tarifaria y poner patas arriba la industria del automóvil: acaba de hundir hasta el fondo la bandera del proteccionismo en el corazón de la industria china. El mandatario estadounidense ha firmado una orden para imponer aranceles en importaciones de China de hasta 60.000 millones de dólares.
¿Y Europa? Al viejo continente le ha dado una tregua, y por el momento, no aplicará ese 25 % a las importaciones del acero y un 10 % a las del aluminio.
Europa contempla el desastre en silencio
Hoy deberían haber entrado en vigor los aranceles con los que Tump lleva amenazando todo el mes. En la lista de países que se han salvado tenemos a México, Canadá, Australia, Brasil, Argentina, Corea del Sur y temporalmente, a Europa. Y es que, a pesar de ondear la bandera aislacionista constantemente, Trump también quiere aliados contra enemigos ‘de toda vida’.
En esta lista de enemigos vitales tenemos a Corea del Norte en el número 1, y con probabilidad a China en el número 2, a la que ha acusado incesantemente de prácticas comerciales rapaces, aunque le mola eso de la presidencia vitalicia de Xi Jinping.
Así las cosas, quiere a Europa de su parte en la guerra que acaba de comenzar con el país asiático y ha anunciado una exención temporal de aranceles, pero con condiciones, claro. En primer lugar, Europa deberá elevar el gasto público en defensa para cumplir con los objetivos de la OTAN: un 2 % del PIB anual. Puede que Washington también exija límites voluntarios a la exportación del acero y aluminio europeo y que reclame un endurecimiento de las relaciones con el gigante asiático.
Por el momento no ha habido reacciones desde Bruselas, que aguarda cautelosa ante el próximo