Hace apenas unos días que he vuelto de EE.UU., donde he pasado dos semanas por motivos familiares. Durante ese tiempo, la gente de Ford ha tenido a bien cedernos un vehículo de pruebas. Qué mejor que un coche típicamente americano para tener una experiencia más completa, ¿verdad? El coche que hemos probado es una pick-up, concretamente una Ford F-150 con el acabado tope de gama Limited. Desde hace décadas, el coche más importante para Ford a nivel mundial. Un coche que es la viva materialización del verdadero sueño americano.
Los pick-up, o “trucks” como los llaman al otro lado del charco, son coches cuyos orígenes son tan antiguos como los del propio automóvil. El árbol genealógico de la Ford F-150 puede trazarse perfectamente hasta el Ford Model T. El coche que movilizó a Estados Unidos tuvo infinidad de versiones y adaptaciones, siendo su carrocería pick-up una de las más populares. Su producción era tan sencilla como acoplar una caja a la parte trasera del chasis del Model T. El concepto de pick-up se ha ido refinando con los años, pero su esencia como no ha cambiado en un siglo.
Los orígenes de la pick-up son humildes: vehículos de trabajo, sencillos, fiables y robustos.
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Un poco de historia
Tras la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. vive un boom económico sin precedentes. La demanda de vehículos de trabajo crece de forma espectacular, y Ford comienza a producir en 1948 las pick-up F-1. Aquellas pick-up ya no parecían un vehículo industrial de preguerra: tenían sus ópticas integradas en la carrocería, un habitáculo completamente aislado de la carga con una gran superficie acristalada y una capacidad de carga de media tonelada. Las Ford F-1 fueron la primera generación de las Ford F-Series. En estos momentos vamos por la décimoquinta.
La primera Ford