El Subaru Impreza ha sido objeto de culto para muchos fans de la marca y del mundo de la competición desde el año 92, cuando llegó la primera generación. En nuestro país estuvieron la primera, segunda y tercera generación, no comercializándose en España la cuarta. Sin embargo, la quinta generación vuelve a nuestros concesionarios a finales de este mes, y nosotros ya lo hemos podido probar. Te adelanto que es tan peculiar que no tiene ningún rival a la vista.
Probablemente el nombre de Subaru Impreza te lleve a pensar en un compacto deportivo y de altas prestaciones. Lamento decirte que, si eso es lo que estabas esperando, la receta ha cambiado considerablemente. El Impreza ahora es un coche más suave, lógico y racional, pero no por ello significa que sea idéntico al resto de compactos del mercado, pues es totalmente diferente a cualquiera de ellos. Para ir abriendo boca te diré que es un compacto muy seguro, económico, bien acabado, poco potente y con cambio automático y tracción integral permanente.
Seguro que recordáis nuestra reciente prueba del Subaru XV. Pues bien, el Subaru Impreza es prácticamente el mismo coche aunque en lugar de recurrir a una carrocería SUV, es un compacto. Ambos han sido desarrollados sobre la misma plataforma de nueva factura, la cual incrementa un 90 % la rigidez lateral y un 70 % la rigidez torsional, lo que se traduce en un mejor comportamiento dinámico y en confort, reduciendo también posibles ruidos y vibraciones que pudieran llegar al habitáculo.
Diseño discreto, pero agradable
Este Subaru Impreza de quinta generación no presume de un diseño rompedor, aunque siendo sinceros, ningún Subaru lo hace. La marca nipona no se ha querido complicar demasiado la vida. Imaginaos al anteriormente citado Subaru XV con una menor altura libre al suelo y sin protecciones… Vale, es