Tras la adquisición de Opel/Vauxhall por parte del Grupo PSA se han llevado a cabo una serie de movimientos estratégicos que nos han sorprendido. Uno de ellos ha sido la resurrección de las míticas siglas deportivas GSi sobre aquellos modelos que más juego pueden dar. Primero fue la berlina Insignia y después le tocó el turno al Corsa, modelo que ya las lució hace un tiempo sobre su portón y que fueron sustituidas por otras más radicales: OPC.
A todo ello, hay que sumar otra situación curiosa, y es que la actual generación del Corsa está a muy pocos meses de ser relevada por otra iteración. Sin embargo, tras esta casuística especial podría esconderse una jugada de marketing, ya que el modelo está algo gastado y necesitan revitalizar sus ventas a base de imagen deportiva y mucho picante. Por ello, para poner a punto la versión GSi del Corsa los ingenieros de Opel han aplicado una receta muy potente.
Los ingredientes que forman la receta del Corsa GSi son un chasis, suspensiones y equipo de frenos sobredimensionado que derivan directamente de los que empleaba la versión OPC. Todos ellos se han puesto a punto en un escenario muy importante para los amantes de los coches rápidos, y radicales, el circuito alemán de Nürburgring Nordschleife.
Sin embargo, para que todo gran plato sorprenda a sus comensales, ha de estar maridado por un buen caldo. En este caso, estamos hablando de la mecánica que animará al Opel Corsa GSi, que no es otra que el conocido bloque gasolina de cuatro cilindros y turbo con 1.4 litros de cilindrada 150 CV de potencia y un par máximo de 220 Nm. Gracias a él, los comensales podrán sentir cómo sus papilas gustativas aceleran de 0 a 100 kilómetros por hora en 8,9 segundos y alcanzan una velocidad máxima de