No es tan fiero el lobo como lo pintan. El pasado mes de febrero un histórico fallo de los tribunales alemanes abrió la puerta a la prohibición de la circulación de vehículos diésel en centros urbanos. Hamburgo ha sido la primera gran ciudad alemana en implantar restricciones a la circulación de los coches diésel. Desde hoy mismo, todo coche o vehículo industrial alimentado por gasóleo y anterior a la normativa anticontaminación Euro 6 no podrá circular en ciertos tramos de dos calles de la gran urbe. La medida es considerada un experimento por algunos grupos, y una verdadera chapuza por parte de los grupos ecologistas.
Muchos colectivos pensaban que en aras de la salud pública se prohibiría de forma masiva la circulación de vehículos diésel en las ciudades alemanas. Marcas como Volkswagen o BMW llegaron a ofrecer devoluciones de sus vehículos de leasing a aquellos clientes que vivieran en un radio de 100 km de ciudades con restricciones a los coches diésel. Sin embargo, no debemos olvidar que la canciller alemana Angela Merkel es una firme defensora de la industria alemana del automóvil, que ha invertido miles de millones de euros en el desarrollo de coches diésel. No van a desaparecer de un día para otro.
Hamburgo es una de las ciudades más contaminadas de Alemania. Incumple los límites europeos, que limitan la concentración de óxidos de nitrógeno a 40 mg por metro cúbico.
Y la prohibición de Hamburgo es la viva prueba de que no existe un compromiso ni voluntad real de llevar a cabo estas prohibiciones. La salud pública es un buen argumento hasta que pone en peligro inversiones millonarias, miles de empleos y los beneficios de miles y miles de accionistas. ¿En qué consisten las restricciones de Hamburgo? Prohíben la circulación de vehículos diésel anteriores a la norma Euro