Dos de los principales reclamos que giran en torno a los coches autónomos y eléctricos son, respectivamente, el aumento de la seguridad y la disminución de gases contaminantes a la atmósfera. Pero hay una parte que también se ve implicada ante la llegada de estas tecnologías: los talleres.
Durante el I Observatorio de la Postventa Oficial que ha organizado Faconauto en Madrid se ha llegado a la conclusión de que la facturación de los talleres podría disminuir en un 70 % cuando estas tecnologías reinen en el asfalto. Y es que los coches eléctricos tienen menos componentes, pero no se debe subestimar el peligro que implica manipular la electricidad.
Mecánica, electromecánica y mantenimiento, con menos peso para los coches eléctricos
A la hora de comprar un coche eléctrico podemos o bien hacerlo con la batería en propiedad o bien con la batería en alquiler, aunque aún son pocas las marcas que ofrecen esta opción (un ejemplo es el Renault ZOE ZE40).
En este último caso es el propietario el que tendrá que costearse la adquisición de una nueva batería tras agotar su vida útil, que suele alargarse como mínimo hasta cinco años.
Si se compra el coche con la batería en alquiler, el precio de compra es algo más bajo, pero luego hay que pagar la cuota mensual. Sin embargo representa una ventaja importante para el propietario: la batería es de la marca del coche y responde por ella durante toda la vida del coche, aunque se haya pasado el período de garantía, de modo que si se avería, deteriora o pierde capacidad de carga por debajo de cierto límite, la marca cambia la batería por otra nueva (o reconstruida como si fuera casi nueva), sin coste para el propietario del coche.
Un punto desfavorable para los talleres.
Otra de las características de los coches