El coche eléctrico es tan antiguo como el propio automóvil. De hecho, la electricidad parecía ser la energía de predilección para el recién inventado automóvil. Finalmente, la hegemonía del motor de combustión a lo largo de más de un siglo ralentizó el desarrollo del eléctrico.
Debido a la presión de nuevas normas anticontaminación cada vez más duras con el motor de combustión interna, el desarrollo de la movilidad eléctrica avanzó más en los últimos 20 años que en todo el Siglo XX. Aún así, le queda mucho desarrollo por delante para poder imponerse definitivamente.
Las baterías de estado sólido
El alma del coche eléctrico es su batería. Desde la clásica batería de plomo y ácido de los inicios (y que aún se utilizaba en los prototipos a principio de los años 90, como en el SEAT Toledo eléctrico) hasta las actuales de polímero de litio pasando por las “clásicas” de iones de litio, los progresos han sido evidentes.
Si un día el coche eléctrico quiere suplantar al coche de motor térmico como medio de transporte, las baterías deben ofrecer mayor autonomía, mayor estabilidad e incluso seguridad. Y es algo que se podría conseguir con las llamadas baterías de estado sólido.
Todavía están en fase de desarrollo, aunque Toyota asegura que en 2022 tendrá en el mercado su primer coche 100 % eléctrico equipado de una batería de estado sólido . Se trata de una batería de iones de litio en el que el líquido conductor que albergan es sustituido por un material sólido (cristal, gel, hilos de oro, etc). Te lo explicamos más en detalle aquí. Estas baterías tendrían una autonomía muy superior a las actuales además de ser más seguras en caso de choque.
Las baterías de litio-sulfuro
Al final, el objetivo de los fabricantes es conseguir baterías con mayor densidad, es decir