La demonización del diésel ha día de hoy es un hecho: tras el escándalo de las emisiones, el gasóleo se ha convertido en el enemigo público de la salubridad del aire en las ciudades y la medicina de las administraciones se basa en la prohibición. ¿Pero son todos los diésel iguales? Sobre este punto reflexiona Gerardo Pérez, presidente de Faconauto, que ha señalado que los coches diésel de última generación, no son el problema.
A la estela del Diéselgate, en España hemos pasado del «diéselo» al «el gasóleo es el mál». Las políticas medioabientales ponen en este combustible y en las emisiones de NOx el foco, lo que se refleja en las restricciones. Ejemplo de ello lo encontramos en la intención del Gobierno de equiparar la fiscalidad del diésel a la gasolina, lo que apunta a retrasarse finalmente, o en el nuevo Plan Anticontaminación de Madrid, con restricciones basadas en el etiquetado ambiental de la DGT y que, según episodio, contempla limitaciones que incluyen toda la ciudad.
Para Gerardo Pérez, el diésel se ha convertido en un chivo expiatorio y lo califica de distracción. Y es que el presidente de la patronal de los concesionarios españoles donde ve el problema es la edad del parque automovilístico español y no en los coches de gasóleo en general. Evidentemente, no es lo mismo un diésel Euro VI que uno de hace quince años.
El foco en los diésel antiguos, no en los nuevos
Las declaraciones de Pérez está motivadas por las palabras pronunciadas por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que sentenciaba recientemente que «el diésel tiene los días contados». Una aseveración cuyas consecuencias a medio plazo requieren un análisis, según expone el presidente de Faconauto. No en vano, esta persecución ha hecho saltar las alarmas de la industria, tal y como defendían recientemente