Muchas veces solemos decir que “vivir del pasado no es buena idea”, pero como todo en esta vida, siempre hay una excepción que confirme la regla. El sector del automóvil es esta excepción, pues está plagado de casos en los que resucitar un producto que en el pasado fue un éxito de ventas, o de masas, ha reportado grandes satisfacciones a la firma que se ha atrevido a cruzar ese puente.
En este caso, la resurrección de la que hablamos no tiene que ver con un modelo en concreto, sino con una denominación técnica que marcó un antes y un después en una serie de modelos americanos. General Motors, entre los años 50 y 60 del pasado siglo, ofreció un sistema de carburación en sus motores V8 que denominó Tri-Power. Este avance técnico fue lucido por modelos de Chevrolet, Oldsmobile o el más conocido, el Pontiac GTO.renderAd(adPage,44162);
Para esta ocasión, en lugar de emplear la técnica que usaba el sistema Tri-Power original, General Motors se ha limitado a tomar el nombre, sin guión intermedio, e implementar algo completamente inédito. Para ello, ha desarrollo desde cero el bloque de gasolina 2.7 litros con cuatro cilindros en línea que incorporan las nuevas generaciones de los pick up´s Chevrolet Silverado y el GMC Sierra.
En él se dan la mano tres innovaciones que le ayudarán a incrementar la eficiencia en cuanto al consumo y emisiones contaminantes. El primer elemento es la desactivación de cilindros cuando la conducción sea relajada y no requiera de grandes aportes de potencia. En un segundo lugar, está el control independiente de válvulas de admisión, mejorando (según General Motors) el consumo. Por último, está la gestión térmica activa en el interior del bloque motor, que ayudará a reducir el calor, mejorando el funcionamiento del conjunto.
La potencia final de este bloque 2.7 litros es de 310