David Aguilar tiene 35 años y lleva toda su vida en el mundo de las grúas. Su padre fundó en los años 80 la empresa familiar y desde entonces ha sido su modo de vida. Él pertenece a esa generación de trabajadores que antes incluso de hacer nada con su vida laboral ya echaba una mano a su padre.
En este tiempo ha ido viendo cómo el sector de las grúas ha cambiado, pasando de ser un servicio privado a un sector necesario para los clientes de las grandes aseguradoras, teniendo que adaptarse por el camino para mantener la viabilidad.
«Cuando mi padre empezó la gente no tenía ni seguro»
El servicio que prestan ahora poco tiene que ver con los inicios. «Mi padre empezó hace 30 años remolcando con un Land Rover adaptado; ha llovido mucho en este tiempo y ha cambiado todo», nos cuenta desde su despacho dentro de la base en la sierra noroeste de Madrid.
«La empresa ha ido creciendo más en los últimos años, pero siempre hemos sido una empresa familiar, relativamente pequeña. Ahora tenemos dos bases y 30 vehículos de asistencia».
Una de los principales cambios que David ha visto en el sector es que «actualmente todos tenemos que pasar por el aro de los seguros y sus pólizas de asistencia en carretera. Antes ni siquiera había seguros». Con los precios de las pólizas a la baja sus condiciones de trabajo también se ven afectadas.
En un mundo dominado como dice David por las aseguradoras, el espacio que queda para las empresas particulares de grúas pasa por los acuerdos con estas grandes empresas de seguros. «La mayor parte de nuestro volumen de trabajo viene de los contratos que firmamos con las aseguradoras y que se reparten en función de las zonas», explica.
Para lograr los acuerdos, las