La idea de juntar una carrocería de berlina familiar, teóricamente pensada para dar capacidad a familias que viajan en coche, con un motor de coche deportivo me parece genial. El Audi RS4 Avant es seguramente el mejor embajador de ese concepto, y ahora que llega a su cuarta generación con 450 CV, lo hemos probado.
Un poco de historia
Hay que admitir que con el paso de los años, Audi se ha convertido en el mejor representante de este tipo de coches familiares de altos vueltos, y eso a pesar de que no lo inventaron ellos con el RS2 como muchos podían pensar. Antes existieron otros familiares de aspiraciones deportivas, como el BMW M5 Touring de la generación E34. Por desgracia BMW hace años que abandonó la combinación de coche deportivo con carrocería familiar al no desarrollar jamás un M3 Touring y al no haberle dado continuidad a aquel M5 Touring E61 con su motor V10 atmosférico directamente derivado de los que usaban los Fórmula 1 de la época.
El Audi RS2 (izquierda) fue el precursor de la familia RS4. Como curioridad, llevaba los frenos y espejos retrovisores de un Porsche
Pero volvamos a Audi y vamos a no intentar ponernos nostálgicos recordando generaciones anteriores, ya que incluso el Audi RS4 Avant que hoy nos ocupa podría entonar aquello de “cualquier tiempo pasado fue mucho mejor”, ya que sus dos antecesores inmediatos montaban bloques V8 atmosféricos y este en cambio recurre a un V6 de «baja» cilindrada.
¿Por qué ha ocurrido esto? Pues porque la llegada del downsizing, las mecánicas turboalimentadas y esa obsesión (y obligación) por hacer coches cada vez más eficientes ha obligado a Audi a desarrollar un nuevo bloque para el Audi RS4 Avant y no poder reutilizar el del