La DGT intensificará esta semana los controles sobre distracciones en el coche, en especial sobre el uso del teléfono móvil durante la conducción. Se trata de un factor de riesgo evitable que, no obstante, capitaliza la siniestralidad vial. Según datos oficiales, el 30 % de los mal llamados accidentes de tráfico tienen su origen en, al menos, una distracción.
Evidentemente, el 30 % no es un porcentaje mayoritario, pero es que el otro 70 % se diluye entre factores dispares como son temas de drogas, cansancio-fatiga-sueño, enfermedades, asuntos achacables a la vía y su falta de mantenimiento, climatología, el estado del vehículo…
El caso es que casi un tercio de los siniestros viales tienen que ver con estar pendientes de algo que no es conducir. Típicamente, tienen que ver con las llamadas conductas interferentes. Por ejemplo, utilizar el móvil durante la conducción, sin duda la conducta interferente más preeminente.
La Asociación de personas con lesión medular y otras discapacidades físicas (ASPAYM) colabora en esta ocasión concienciando a los conductores sobre las consecuencias que pueden llegar a tener las distracciones en el coche. Este es un paso adelante para conseguir que los conductores, cuando están en el coche, estén por lo que tienen que estar: evaluar situaciones de posible riesgo y darles una respuesta rápida y segura.
Sin embargo, antes que concienciar a los conductores con las consecuencias de las distracciones en el coche, hay un paso previo que la DGT suele pasar por alto en intervenciones de este tipo.
Nos distraemos en el coche y ni siquiera somos conscientes de hacerlo
Cuando Sócrates reconoce ante el tribunal ateniense que no sabe nada, en relación con la imposibilidad de tener la certeza de las cosas incluso cuando uno