Estrenado en 2015, el Mazda CX-3 recibe la que posiblemente será la última actualización de su primera generación. En el modelo que llega ahora al mercado, encontramos ligeros retoques estéticos, más tecnología enfocada a la asistencia a la conducción, a la seguridad y a la conectividad, así como renovadas mecánicas que ponen el acento en una mejor eficiencia.

La gama SUV de Mazda representa la principal parte del pastel en ventas de la marca japonesa en Europa: un 66% de su cuota de mercado son todocamino. Y aunque el CX-3 no puede presumir de ser el más vendido, lo es su hermano mayor, el CX-5, el SUV compacto es el segundo más comercializado aglutinando un 23% de las ventas.

En definitiva, el Mazda CX-3, pese a estar rozando el fin de su vida comercial en su primera entrega, ha seguido aumentando sus números. Gran parte de su éxito lo encontramos en la propia idiosincrasia del mercado, en plena efervescencia de la fiebre SUV, aunque no por ello deja de contar con sus propios argumentos. ¿En qué ha cambiado respecto al modelo saliente?

Cambios estéticos, pocos

Números aparte, la marca nipona ha decidido que era buen momento para revitalizar el Mazda CX-3, con una ligera actualización tanto en lo que se ve, como en lo que no se ve. Empezando por el apartado estético, los cambios son bastante comedidos, ya que mantiene sus cotas exteriores e interiores. En el frontal, se ha revisado ligeramente la parrilla, que ahora ofrece un diseño de cuatro lamas dobles.

De igual manera, se han rediseñado los faros traseros, incluyendo unos nuevos LED en forma de anillo, y añade nuevos acabados en piano black en los pilares, las molduras laterales

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El podcast

Únete a Naomi Ellis mientras se adentra en las vidas extraordinarias que dieron forma a la historia. Su calidez y perspicacia convierten biografías complejas en historias identificables que inspiran y educan.

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