Durante los años 80 y principios de los años 90, Mercedes y AMG eran entidades completamente independientes, aunque AMG trabajase principalmente con coches de la marca de Stuttgart. Nada impedía a AMG llevar a cabo proyectos con otras marcas – como hizo con Mitsubishi – o transformar sensatos Mercedes W124 en bestias de la Autobahn con cerca de 400 CV de potencia. Todo eso cambiaría en 1993, cuando AMG y Mercedes firmaron un acuerdo de cooperación para el desarrollo conjunto de vehículos – que culminaría en la completa integración de AMG en la estructura empresarial del Grupo Daimler en 2005. Pero no nos adelantemos a los hechos.
El primer coche de aquella nueva etapa de AMG y Mercedes fue presentado en el Salón de Frankfurt, el 9 de septiembre de aquél año. El primer Mercedes-AMG oficial sería el C 36 AMG, un coche que aún retenía el espíritu desenfadado y desafiante de la AMG independiente. La amalgama de componentes y la potenciación del Mercedes C 36 AMG son la prueba física de esta afirmación. De fábrica, el motor más potente que podían montar los Mercedes Clase C W202 por aquél entonces era un M104 de 2,8 litros de cubicaje, un seis cilindros en línea con 193 CV de potencia, trasmitidos al tren trasero de la berlina.
A las pocas semanas de ser presentado el Mercedes C 36 AMG se presentaron los Mercedes SL 60 AMG (R129) y E 60 AMG (W124).
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AMG decidió tomar como punto de partida el motor M104 de 3,2 litros que se encontraba en coches como el Mercedes SL 320 o E 320. A continuación, mecanizaban cada bloque aumentando el diámetro de las cámaras de combustión y la carrera de los pistones: pasaban respectivamente de 89,9 mm a 91 mm y de 84