Volkswagen ha revelado por fin uno de sus lanzamientos más esperados, el del nuevo Volkswagen T-Cross. Esperado, porque sin duda Volkswagen necesitaba entrar en uno de los segmentos de moda. Pensemos que uno de los rivales más relevantes de la categoría, el Nissan Juke, ya está preparándose para su segunda generación. Esperado, porque será el segundo modelo que se produzca, junto al Polo, en la fábrica de Navarra. Esperado, porque ciertamente tenía cierto morbo descubrir que filosofía estética aprovecharía. ¿Sería un Polo con chasis alzado? ¿Un pequeño T-Roc? Y finalmente nos encontramos con algo así como un Volkswagen Tiguan miniaturizado que, evidentemente, algunas similitudes guarda con su hermano pequeño, el Polo.
Volkswagen destacaba, y mucho, en su presentación una frase que hoy en día probablemente sea políticamente incorrecta. Según la marca alemana es “un crossover urbano con un diseño masculino”. Querían hacer referencia a que, a pesar de haber dotado de cierto colorido a este coche, han huido de soluciones como los acabados bicolor – que sí emplea el Volkswagen T-Roc – y diseños más atrevidos, para optar por una línea más robusta, un capó alto y una parrilla muy vertical y ancha, seña de identidad de modelos como Tiguan o Touareg.
Volkswagen defiende insistentemente “el diseño masculino” del T-Cross
Basta decir que el detalle probablemente más atrevido, y diferencial del Volkswagen T-Cross, lo hemos encontrado en esa franja que une los dos pilotos traseros. Una solución que, a juzgar por los últimos lanzamientos que hemos conocido, se ha extendido por todas las marcas del Grupo Volkswagen (ver Audi Q8, Porsche Macan, SEAT Tarraco).
Sin lugar a dudas, Volkswagen quería marcar distancias con el T-Roc, con el que solo se lleva 12 centímetros de longitud (el T-Cross es obviamente más corto).
El colorido exterior, también estará disponible a bordo, tal y como vimos