El Volkswagen T-Cross ha tardado en unirse a la fiesta de los B-SUV, pero lo hace con una apuesta muy a tener en cuenta en el segmento. Sus proporciones recias, el diseño de la casa y mucha tecnología le convierten en un rival complicado siempre que la casa alemana no se pase con el precio que aún está por desvelarse antes de llegar a los concesionarios en 2019.
Mientras tanto, el T-Cross buscará llamar la atención por encima de sus rivales con muchas opciones de personalización y unos acabados marca de la casa, pero no lo va a tener nada fácil porque la competencia es numerosa y feroz.
Volkswagen T-Cross
El Volkswagen T-Cross comenzará su vida útil con tres motorizaciones diferentes: dos gasolina 1.TSI con potencias de 95 o 115 CV (175 y 200 Nm respectivamente) y una mecánica diésel 1.6 TDI de 95 CV con 250 Nm de par motor. De estos tres motores el único que puede equipar transmisión DSG de siete relaciones es el de 115 CV, los demás se conforman con la caja de cambios manual de cinco velocidades.
Basándose en el chasis del nuevo Volkswagen Polo, el T-Cross no destaca en prácticamente ninguna medida. Es más corto y más bajo que la media del segmento, mientras que la distancia entre ejes se sitúa justo en un punto intermedio. Donde sí intenta destacar es en un maletero que con 455 litros con los asientos traseros en su posición más adelantada supera a sus rivales.
La movilidad de la banqueta trasera es un elemento compartido con los C3 Aircross y Captur, mientras que su primo el SEAT Arona no puede equiparlo ni siquiera opcionalmente. Con los asientos retrasados el T-Cross presume también de