Si el futuro es eléctrico, el presente aún está en los albores del desarrollo de las tecnologías involucradas. Las baterías están recibiendo una evolución casi diaria y hoy toca hablar de un salto adelante para las baterías de metal-aire.
Un equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha logrado conseguir un notable incremento en la vida útil de las baterías de aluminio-aire aplicando un principio aparentemente sencillo, pero que multiplica su utilidad y abre las puertas a nuevas posibilidades de almacenamiento y su posterior aplicacion en los coches eléctricos.
El aceite como protagonista en las baterías de aluminio-aire
Las baterías de tipo metal-aire no son nuevas, de hecho ya se han utilizado en algunos coches eléctricos como baterías de emergencia en caso de que la batería convencional quedase completamente agotada. El Renault Eolab presentado como prototipo en 2014 ya prometía 60 km de autonomía eléctrica haciendo uso de este tipo de baterías, con una capacidad de 4 kWh de electricidad en un solo kilogramo de aluminio.
La empresa Phinergy lanzó en 2013 un prototipo de coche eléctrico que supuestamente consiguió recorrer más de 300 kilómetros utilizando para su batería de metal-aire un cátodo de hidróxido de potasio.
Esta tecnología consiste en una célula electroquímica cuyo ánodo está fabricado en metal puro y el cátodo queda expuesto al aire normalmente utilizando una solución acuosa de electrolito. El oxígeno entra en contacto con el metal y en su reacción
¿Cuál es el problema de este tipo de baterías? En su descomposición para extraer energía el aluminio se corroe produciendo óxido de aluminio hidratado, pero en reposo, sin demanda de energía, también se oxida. En un mes sin uso este tipo de baterías