La Dirección General de Tráfico recaudó más de 241,3 millones de euros por sanciones durante el año 2017, de los cuales, 75,8 millones fueron por las más de 1,74 millones de denuncias relacionadas con exceso de velocidad captadas por radares fijos.
Así pues, resulta imprescindible mantener los ojos bien abiertos y el pedal del acelerador bien controlado, porque a los radares fijos y móviles tradicionales debemos añadir los Velolaser, los cinemómetros invisibles.renderAd(adPage,44162);
¿Qué son estos radares?
Los Velolaser de la DGT, clasificados como radares móviles, se hicieron un hueco en las carreteras a principios de 2018 con el principal objetivo de mejorar la seguridad de los conductores controlando al milímetro los límites de velocidad.
Se trata de unos pequeños aparatos que disponen de una funcionalidad muy amplia, una versión mejorada de los clásicos radares. Sus pequeñas dimensiones y peso [unos 50cm y 3kg] provocan que reconocerlos en la carretera sea mucho más complicado que localizar los radares convencionales. Además, gracias a su facilidad para ser transportados y sus características, pueden ser instalados en muchos sitios: con un trípode junto a un coche como hasta ahora, sobre un guardarraíl, enganchados a una señal o en la carrocería de un coche o de una moto de los agentes.
En definitiva, podríamos definir los Velolaser como unos radares con una versatilidad inédita hasta la fecha para controlar los límites de velocidad en las carreteras españolas.
¿Cómo funcionan?
En líneas generales, funcionan como cualquier otro radar/cinemómetro convencional, pero mucho más compactos y capaz de instalarse en prácticamente cualquier punto fijo de la vía. Además, también pueden estar adosados a la chapa de vehículos oficiales de la Guardia Civil [motos o coches].
Los nuevos radares de la DGT utilizan la tecnología láser para comprobar qué conductores superan los límites de velocidad permitidos en la carretera. Funcionan de manera autónoma y son inalámbricos, con una