La Fórmula E ha superado la prueba y con creces. La famosa quinta temporada que traía consigo la llegada de nuevos fabricantes con miles de millones de euros para gastar en sus proyectos deportivos, suponía además de una alegría para la categoría un importante reto.
La organización tenía que encontrar el complicado balance entre el paso adelante que esto supone y el peligro de que la competición se viese desvirtuada y lo han conseguido. Las carreras competidas y con varios pilotos en la lucha por las primeras posiciones era uno de sus puntos fuertes frente a una Fórmula 1 previsible que empieza a hastiar a los aficionados.
La nueva generación de monoplazas eléctricos también ha estado a la altura de las circunstancias. Que los pilotos puedan completar la carrera completa con el mismo coche ha cambiado las reglas del juego al desparecer las estrategias de carrera con las paradas en boxes pero a su vez supone un importante paso adelante en lo que al desarrollo tecnológico respecta.
Tras la confusión inicial, soluciones
En la primera carrera en Arabia Saudí las novedades dieron la impresión de superar ligeramente a equipos y organización. El lugar donde se colocó el attack mode -los pilotos pasan por una zona de la pista para activar una potencia extra que pueden emplear en la siguiente vuelta- hizo de él más que una ventaja, un inconveniente con el que los pilotos tuvieron que lidiar.
La carrera también resultó más aburrida de lo que estábamos acostumbrados lo que hizo saltar las alarmas. Sin embargo, la Fórmula E demostró una vez más que su punto fuerte es la evolución y tras las sensaciones recogidas en Riad hicieron cambios antes de la próxima cita