Los problemas de culata nunca son buenas noticias para el propietario de un coche, y suelen venir acompañados de facturas de cuatro cifras, o incluso un viaje de ida al desguace para nuestro coche, en el peor de los casos. No todas las averías de culata son iguales: algunas están causadas por una junta de culata en mal estado, y otras más graves pueden estar ocasionadas por grietas o roturas de la culata en sí. Algunos de los síntomas de una avería de culata en nuestro coche pueden ser relativamente obvios, mientras que otros pueden pasar desapercibidos a los conductores menos avezados.
¿Qué es la culata? ¿Por qué se puede averiar?
El motor está compuesto, grosso modo, por dos partes claramente diferenciadas: el bloque motor y la culata. El bloque es la parte inferior, y se llama bloque porque realmente se trata de un bloque sólido de hierro o aluminio, en cuya parte inferior está atornillado el cárter. Sobre el bloque motor se coloca la culata del motor, en la que están montadas las válvulas, árboles de levas, colectores de admisión/escape y todos los accesorios de alimentación de combustible. Bloque y culata están atornillados entre sí, y en su interior se mueven de forma lineal los pistones del motor, a velocidades infernales.
Las averías de culata no son demasiado comunes en coches modernos, pero tampoco se libran de ellas, especialmente si están entrados en años o kilómetros.
Una sencilla junta metálica es lo único que separa bloque motor y culata. Una junta que debe garantizar una estanqueidad máxima, y que está sometida a grandes presiones. Tanto la culata como el bloque motor tienen en su estructura una serie de canalizaciones, en cuyo interior discurre el líquido refrigerante – que intercambia calor con el exterior a través del radiador. Cuando tenemos problemas de