El Gran Premio de Azerbaiyán dejó muchos perdedores. Ferrari es el más claro, en especial Charles Leclerc, pero hay uno que no debería pasar por alto: la propia organización de la carrera. Y es que el espectáculo en Bakú rozó por momentos lo dantesco, con comisarios muy poco especializados y errores de bulto.
La organización fue pésima en muchos sentidos, y el debate se vuelve a abrir acerca de la idoneidad de traer la Fórmula 1 a países como Azerbaiyán, sin ninguna tradición y con una alarmante falta de preparación entre sus comisarios. Y en el horizonte espera el Gran Premio de Vietnam, que debutará en 2020.
Las alcantarillas estaban sueltas en los libres
El desastre comenzó en los primeros entrenamientos libres. Al parecer la organización olvidó sellar las tapas de alcantarilla del circuito, ocasionando una situación muy peligrosa. Charles Leclerc levantó una de ellas al paso de su Ferrari, y George Russell se la llevó por delante. Afortunadamente el piloto británico no sufrió daños, pero destrozó el fondo plano del Williams.
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Russell no pudo participar en los segundos libres y Williams, un equipo que estaba escatimando en repuestos por su grave situación económica, tuvo que encargar un chasis completamente nuevo por el destrozo. Ahora el equipo tendrá que pelear para que sea la Fórmula 1 quien asuma el coste. Para colmo, todos los entrenamientos libres 1 tuvieron que ser suspendidos cuando quedaban casi 70