El híbrido enchufable es, sin lugar a duda, una de las configuraciones más interesantes que podemos encontrar para recorrer ese camino que nos lleva directamente a los eléctricos. Llegaremos, lo haremos más pronto que tarde, y mientras que vamos dando pasos hacia delante el PHEV parece empujarnos sin llegar a ahogarnos. El Hyundai Ioniq PHEV cuenta con una de las mejores relaciones calidad-precio del mercado, un modelo que es protagonista de nuestra nueva prueba y que nos ha cedido Hyundai Maven Motor Badajoz.
Para empezar, me gustaría empezar contextualizando esta versión. Y es que el Hyundai Ioniq PHEV no es un modelo único, es parte de una completa gama que apuesta claramente por la movilidad eléctrica. En la gama Ioniq encontramos una versión eléctrica, una híbrida y otra híbrida enchufable. Todas ellas comparten carrocería, su envoltorio es similar, pero si rascamos un poco no encontraremos lo mismo en cada una. Es como si tuvierais en las manos tres “Huevo Kinder”, aunque la sorpresa te la anuncian antes de comenzar a comer.
renderAd(,44162);
No va de moderno
Dado que antes de encontrar la sorpresa del “Huevo Kinder” os habéis comido el chocolate, no vamos a empezar por lo que encontramos en el interior del surcoreano, debemos analizar antes lo que se ve a simple vista. Tampoco quiero extenderme demasiado en su cáscara, para ello tienes la prueba (con vídeo incluido) que publicamos hace unos meses de su variante híbrida convencional. El hermano PHEV es prácticamente su gemelo, siendo realmente difícil diferenciarlos en un primer vistazo.
El Hyundai Ioniq PHEV se diferencia de su hermano HEV en pequeños detalles. El más claro lo encontramos en la parte delantera izquierda. Es aquí donde está situada la toma de carga que utilizaremos para dar energía a la batería. En su zaga podemos leer el distintivo Plug-in, apellido de la