El semáforo está en rojo. Los motores rugen como bestias salvajes bajo los brillantes capós de alta gama. Los conductores, pisando el acelerador sin liberar el embrague, se desafían con la mirada.
Luz verde. Las ruedas de deshacen en un chillido que huele a goma quemada y los coches salen disparados en una carrera vibrante, veloz y desbocada en la que evitarán obstáculos, realizarán derrapes imposibles y, si el guion lo exige, choques y vuelcos que destrozarán la carrocería de esos preciosos vehículos.
Todo un alarde de temeridad y velocidad al servicio del cine con apariencia de improvisación y una fuerte planificación detrás de las cámaras, pues para hacer posible cada una de esas escenas es necesaria una meticulosa preparación por parte de los técnicos de efectos especiales y los especialistas de cine para que todo salga según las exigencias del director sin que nadie sufra daños.
Ángel Plana, especialista de cine y director de la Escuela de Especialistas de Cine.
“Todo está estudiado”, subraya Ángel Plana, veterano especialista con casi 30 años de experiencia en el mundo de la acción cinematográfica a sus espaldas y director de la Escuela de Especialistas de Cine. “Para carreras y persecuciones buscamos las calles que mejor nos vengan, las vaciamos de coches ajenos a la producción con el permiso de la Policía, colocamos los nuestros y trazamos el recorrido de los vehículos de la acción, de modo que cuando se empieza a rodar todos los especialistas saben lo que tienen que hacer”, continúa.
Para conseguir volcar un coche se puede usar una rampa llamada ‘kicker’ o un pistón hidráulico
La mayoría de esas carreras y persecuciones acaban con el choque de uno o varios vehículos.