Como buena firma alemana, Opel nunca ha sido tendente a las estridencias y riesgos. La fabricación de modelos complicados no ha estado en su ADN, pero sí ha ofrecido productos que para ellos los quisieran otras marcas. El mejor ejemplo es el Calibra, un coupé que fue revolucionario para su época por muchos motivos. El Opel Calibra supuso un antes y un después en la marca, y ahora que cumple 30 años de vida, hay que celebrarlo.
El motivo para su desarrollo fue el desgaste comercial que sufría el Opel Manta, otra institución en la firma del rayo. La tercera generación de este coupé cesó su producción en el año 1988 pero su relevo daría un paso de gigante. Sería en 1989 cuanto el Opel Calibra deslumbraría a propios y ajenos en el Salón del Automóvil de Frankfurt. Con todo, no duró tanto en el mercado como su antecesor, pues desaparecería para siempre en 1997.
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El Opel Calibra fue presentado en el Salón de Frankfurt de 1989
La presentación oficial del Opel Calibra en el Salón del Automóvil de Frankfurt de 1989 revolucionó el sector. Gracias a un diseño obra de Erhard Schnell, pasaría en poco tiempo a ser estudiado por sus atributos. El más importante, por su cuidada aerodinámica, pues con un 0,26 CX era el más bajo del mundo en aquellos momentos. A ello ayudaban los limpiaparabrisas ocultos o los canales de drenaje ocultos en el techo.
Junto a ellos estaban unos grupos ópticos con tecnología elipsoidal que aumentaban su potencia lumínica en un 40 por ciento. Otra de las grandes virtudes del Opel Calibra residía en la habitabilidad para su formato y tamaño. Con 4,49 metros de largo, podía albergar en su interior a cuatro pasajeros en configuración 2+2. Además, gracias a un generoso portón, ofrecía un maletero que iba de