En el año 1913 el periódico inglés Daily Mail ofrecía un premio de 10.000 libras para quien fuera el primero en cruzar el Atlántico en avión, sin parar y menos de 72 horas consecutivas, pero desgraciadamente la Primera Guerra Mundial comenzó en 1914 y, lógicamente, el concurso quedaba suspendido. Una vez terminada la guerra, en 1918 el Daily Mail volvió a reabrir el concurso y con ello su premio, por lo que la carrera por ser el primero comenzaba.
Fue en el mes de junio de 1919 cuando los aviadores John Alcock y Arthur Brown, ambos pilotos de la RAF durante la Primera Guerra Mundial, se zambulleron en el proyecto de ser los primeros en realizar un vuelo transatlántico sin escalas, utilizando para ello un bombardero Vickers Vimy IV que la empresa fabricante modificó para instalar en la bodega de carga tanques de gasolina adicionales. Poco después del mediodía ambos despegaban con dificultades desde St. John en Terranova, logrando aterrizar cerca de la ciudad irlandesa de Clifden tras casi 16 horas de vuelo.
Lograron el objetivo del concurso con holgura, pero la aventura no estuvo exenta de dificultades, las cuales comenzaron prácticamente desde el inicio del vuelo. A las pocas horas del despegue se quedaron sin radio y sin calefacción, poco después un tubo de escape explotó y hacía imposible las conversaciones entre ellos, atravesaron niebla que hacía imposible utilizar el sextante que llevaba Brown para orientarse y, por si fuera poco, una gran tormenta casi consigue que se congelaran los instrumentos del avión.
Los únicos elementos mecánicos del avión que se mantuvieron intactos desde su despegue hasta su aterrizaje fueron los motores, dos unidades suministradas por Rolls-Royce denominadas Eagle, motor considerado como el primero utilizado en aeronáutica e introducido en 1915 como consecuencia de la guerra. Estos motores eran de 20,3 litros y desarrollaban una potencia de unos 350 CV, permitiendo al Vickers Vimy alcanzar unas velocidades medias de unos 185 km/h (115 mph).
Tal hazaña ha querido ser homenajeada por Rolls-Royce con la creación de una edición limitada del Wraith que han denominado como Eagle VIII por los motores del Vimy, de la que solamente se crearán 50 exclusivas unidades y que ha sido presentada este pasado fin de semana durante la celebración del Concorso d’Eleganza Villa d’Este en Italia, uno de los eventos más importantes a nivel mundial y donde ver auténticas piezas clásicas de coleccionista.
En el exterior del Rolls-Royce Wraith Eagle VIII se combinan dos tonalidades de gris denominadas Swathed in Gunmetal y Selby Grey, mientras que las aletas de la parrilla delantera pintadas en color negro pretenden evocar a la cubierta motor utilizada en el Vickers Vimy. Para terminar, las llantas han sido parcialmente pulidas con un acabado translucido.
Pero sera en el interior donde encontremos el detalles de los artesanos de Rolls-Royce elevado a la máxima expresión. En la madera de eucalipto utilizada para el salpicadero, la consola central y el túnel central encontraremos una reproducción de la vista que tenían ambos pilotos en el momento su aterrizaje en Irlanda y, si miramos hacia el revestimiento interior del techo, nos encontraremos con 1.183 diodos de fibra que reproducen la posición que tenían las estrellas en el momento del vuelo. Para terminar, el reloj del salpicadero lleva grabadas las coordenadas del vuelo y cuenta con un fondo que imita su congelación y se ilumina el mismo color verde de los instrumentos de vuelo del avión.
La guinda final la pone una placa que lleva grabada una frase que utilizó Sir Winston Churchill para alabar la proeza de ambos pilotos y que dice: «I do not know what we should most admire – their audacity, determination, skill, science, their aeroplane, their Rolls-Royce engines – or their good fortune» (No se que es lo que deberíamos admirar más -su audacia, su determinación, su habilidad, la ciencia, su aeroplano, sus motores Rolls-Royce- o su buena fortuna).