La gama eléctrica de Mercedes-Benz dispone de un sedán híbrido y enchufable que, como os contábamos estos días, cuenta con un motor diésel. Es una solución atípica, en un momento en que el mercado está continuamente recibiendo nuevos modelos híbridos, y enchufables, pero siempre con motores de combustión interna de gasolina. Estos días hemos tenido ocasión de preparar una breve toma de contacto con el Mercedes Clase E 300 de, en la que queríamos resolver una duda ¿tiene sentido comprar un diésel enchufable?
El sentido de un diésel enchufable
La primera gran ventaja de un diésel enchufable, que deberíamos aprovechar si compramos un coche así, es su capacidad para recorrer decenas de kilómetros en modo eléctrico, sin consumir una gota de combustible. El Mercedes Clase E 300 de homologa una autonomía de 54 kilómetros – 52 kilómetros en el caso del familiar – según ciclo NEDC. En la práctica, nosotros hemos comprobado que en un recorrido que incluya ciudad, y algo de carretera, podríamos superar los 40 kilómetros en modo eléctrico puro. En cualquier caso, es una cifra excelente, que maximiza su utilidad, y minimiza el coste por kilómetro, en recorridos urbanos.
Si nuestros trayectos entre recarga – ya sea en un punto de carga en casa, o en el trabajo – son inferiores a esa cifra, prácticamente podríamos circular a diario sin consumir gasóleo. Si nuestros trayectos son más largos, podríamos recorrerlos con un consumo de combustible ínfimo.
Un diésel enchufable ofrece la gran ventaja de recorrer decenas de kilómetros sin gastar una gota de combustible y, si necesitamos hacer un viaje, recorrer más de 1.000 kilómetros sin parar a repostar ni recargar baterías con un consumo muy contenido
Como os decíamos, nuestra toma de contacto fue breve, de manera que se nos antoja muy interesante la idea de probar más a fondo un