Tras una primera mañana del Rally de Finlandia 2019 en la que la atención se había concentrado en el ritmo impuesto por Ott Tänak, el cual le había incluso permitido neutralizar ese factor a la hora de abrir pista, el bucle de la tarde nos arrojaba unos resultados distintos, manteniéndose la tendencia de encontrarnos a los Toyota en las primeras posiciones, pero alterando en parte la velocidad impuesta por el piloto estonio, el cual se encontraba los tramos mucho más sucios que en las primeras pasadas.
Sin cambios en cuanto a las estrategias de neumáticos elegidas por todos los competidores, confiando todos ellos en el compuesto medio, eran los pilotos que salían más retrasados los que marcaban la pauta en esta jornada vespertina. Si Ott Tänak apuntaba que las nuevas trazadas que se encontraba en los tramos le impedían encontrar las correctas, otro de los grandes candidatos al título Mundial, Sébastien Ogier, llegaba con algunas dificultades para respirar. El francés lo confirmaba mientras se quitaba algo del polvo del extinto automático que montan por reglamento los coches. Su activación involuntaria ya había sucedido en el Citroën C3 WRC durante el pasado Rally de Chile.
El francés le recortaba cuatro décimas al de Toyota, mientras que Thierry Neuville, el cual había asegurado durante la mañana estar rodando al límite a pesar de los tiempos alejados de la cabeza, se metía ligeramente en la pelea con un registro 2,9 segundos peor respecto a Ogier. Si bien era importante estar atentos a las posiciones generales de los candidatos al Mundial de pilotos, la acción se empezaba a gestar con los actores secundarios, aquí decididos a alterar el orden natural que hasta el momento solo Dani Sordo había conseguido cambiar.
Kris Meeke atacaba y nos dejaba la frase de la jornada: “el mejor coche, en las mejores