Pocas marcas pueden presumir de haber conseguido que uno de sus motores genere tanta pasión, y fascinación, entre amantes de los automóviles y la ingeniería. Mazda lo consiguió. Los de Hiroshima se propusieron cumplir un sueño, el de llevar a buen puerto la empresa de emplear motores rotativos en sus coches. No fueron los primeros, ni mucho menos, que fijaron su atención en esta tecnología, pero sí los únicos que lograron aplicarla duradera y satisfactoriamente, en la calle y en los circuitos, llegando incluso a vencer en Le Mans. Ahora, de nuevo, tenemos que hablar del regreso del motor más añorado de Mazda. Y es sin duda un acontecimiento del que ya os llevamos hablando años, primero con rumores, más tarde con pronunciamientos oficiales, y ahora con hechos.
La familia Mazda de motores rotativos, al completo, con el Mazda 787B que venció en Le Mans en 1991, en primer plano.
Hablar de motores rotativos es hablar de Mazda
Allá por los años sesenta, un equipo de ingenieros de Mazda lograba poner a punto una tecnología fascinante, con la que un motor muy compacto podía conseguir un rendimiento excelente. El motor rotativo de Mazda resistió durante décadas, llegando hasta nuestros días en un deportivo de culto, el Mazda RX-8. Entre sus cualidades, alcanzar un régimen de revoluciones máximo muy alto y muy rápido. Pero tanto consumos, como emisiones, no estaban entre sus virtudes. Y precisamente son también la causa por la cual el motor rotativo, tal y como lo conocíamos, no tendría la más mínima posibilidad en el mercado actual.
¿Cómo puede entonces regresar el motor rotativo de Mazda?
Mazda no fue la única, ni la primera marca en fijar su atención en los motores rotativos, pero ningún otro fabricante consiguió aplicaciones masivas y duraderas, que resistieron durante décadas en sus productos
El origen de los rotativos