El Gran Premio de Bélgica de 2019 será para siempre una de esas carreras que quedan grabadas en la parte más luctuosa de la historia Fórmula 1. El piloto francés Anthoine Hubert falleció tras un terrible accidente en la segunda vuelta de la carrera larga de Fórmula 2. Otra desgracia que hace que todos miren al tan manido asunto de la seguridad.
La Fórmula 1, y los deportes de motor en general, suelen utilizar este tipo de desgracias para aprender de ellas y mejorar la seguridad. Y, aunque en el caso de Hubert no ha habido grandes negligencias, hay un buen puñado de lecciones de las que el automovilismo debe tomar nota tras este desastre.
En halo le salvó la vida a otros dos pilotos en el accidente
La primera conclusión, y la más obvia, es que el motorsport sigue siendo y siempre será peligroso. Salvo que las carreras se coches algún día se conviertan en una batalla de simuladores en la que el piloto que se estrella solo tiene que apagar la consola y bajarse, el peligro va a seguir ligado al automovilismo.
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Esto no significa que la Fórmula 1 deba caer en la resignación o el inmovilismo. Al contrario, siempre se puede mejorar y, como decimos, de cada accidente fatal se deben sacar conclusiones que ayuden a salvar futuras vidas. Sin ir más lejos, el accidente que le costó la vida a Jules Bianchi hace cinco