Bosch ha puesto sobre la mesa uno de los mayores retos a los que se enfrentan los coches eléctricos: la seguridad. Sobre todo, tras una colisión. Para ello, el proveedor ha desarrollado una tecnología de chips semiconductores que forma parte de un sistema de interruptor de seguridad pirotécnico. Sí, has leído bien.
Básicamente, estos sistemas apagan secciones enteras de la conexión del cable a la batería de alto voltaje por medio de pequeñas cargas explosivas, cortando así de manera rápida la circulación de energía. O eso dice Bosch.
Explosiones controladas para aislar cables
Al igual que los vehículos de combustión, los coches eléctricos se pueden llegar a un incendiar tras un accidente, pero en este último caso entran en juego elementos como el cableado o la batería, capaces de entregar una potente descarga que puede alcanzar entre 400 y 800 voltios.
No obstante cabe recordar que la mayoría de los coches eléctricos tienen su batería en el suelo del habitáculo; el lugar menos propenso a choques por estadística y fácilmente aislable.
Tesla, por ejemplo, reforzó en 2014 la protección de los bajos de sus modelos para evitar que objetos en la calzada pudiesen perforar la batería. BMW, en el caso del i3, fue más lejos y creó dos células de protección separadas, ambas en fibra de carbono, llamadas Life (para el habitáculo y sus pasajeros) y Drive (para la batería de alta tensión).
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