La huelga masiva en General Motors organizada por el sindicato United Auto Workers (UAW) cumple su día decimoséptimo en un ambiente que dista de ser cordial. Con la cadena de proveedores afectada y sin un acuerdo a la vista, la cosa va a peor.
De momento, General Motors ha detenido la producción en las plantas de ensamblaje y transmisión que tiene en Silao, México, donde se ensamblan el Chevrolet Silverado y el GMC Sierra. Alrededor de 6.000 trabajadores serán despedidos de forma temporal.
Atención médica, salarios y empleos temporales son el quid de la cuestión
La presidenta de General Motors, Mary Barra.
Contando con los trabajadores que se han suspendido de empleo en Canadá, México y Ohio, General Motors ya ha despedido casi a 10.000 asalariados.
El vicepresidente de la UAW, Terry Dittes, dijo ayer a través de un breve comunicado dirigido a los líderes sindicales que la propuesta de la compañía no había satisfecho sus demandas: «Hubo muchas áreas que se quedaron cortas como la atención médica, los salarios, los empleados temporales, los oficios calificados y la seguridad laboral, por nombrar algunos».
El sindicato respondió con una contrapropuesta a la que el gigante de Detroit deberá responder de forma concreta, pues emitió una declaración después que se limitaba a calmar las aguas: «Continuamos negociando e intercambiando propuestas, y seguimos comprometidos a alcanzar un acuerdo que construya un futuro más sólido para nuestros empleados y nuestra empresa».
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