En estos tiempos de guerra que corren, de valores patrióticos exaltados y necesarios vistazos al pasado, es imperativo recordar a un vehículo que resultó definitivo en el campo de batalla: el Jeep Willys. Aún después de haber terminado su servicio tras la Segunda Guerra Mundial, sigue llenando las paredes de los mecánicos en sus talleres en forma de provocativos carteles, y las taquillas de los capitanes del equipo de Rugby de los institutos.
Pura masculinidad en forma de coche militar, un chute de testosterona que bien merece un repaso a su historia de la mano de un orgulloso propietario: Afrodisio Piernavieja. Afro para los amigos, señor Piernavieja para el portero.
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Las angulosas formas del Willys, con su característica calandra con los faros integrados y capó plano, recuerdan a Afro tiempos mejores. Perfectamente guarecido del frío y la lluvia, su Jeep de 1950 descansa a diario en el garaje de casa.
Este todoterreno con tracción a las cuatro ruedas es un codiciado objeto de coleccionista.
Desarrollado y fabricado por la empresa estadounidense Willys-Overland Motors, el Willys fue concebido como respuesta a un llamamiento realizado en 1941 por el alto mando militar estadounidense, con el fin de proveer a sus tropas de un vehículo ligero y de tracción integral que sirviera para el traslado de los soldados por el frente de batalla, sobre cualquier tipo de terreno.
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