«El coste del hidrógeno caerá bruscamente antes de lo esperado en la próxima década». Esta fue una de las llamativas -y poco concretas- conclusiones a las que se llegó en el último informe publicado por el Consejo del Hidrógeno, que marca 2030 como el año definitivo para la pila de combustible.
Lo cierto es que el coche eléctrico de hidrógeno lleva años sonando como la panacea de la movilidad sostenible, y países como Japón, Alemania o China han apostado fuerte por él. ¿Qué está pasando en España? ¿Por qué el número es insignificante? Hablamos con los expertos en la materia para que nos resuelvan ‘el misterio’.
La extracción del hidrógeno a partir de energías renovables: ¿una utopía?
Técnicamente, los coches eléctricos de baterías y los de pila de combustible son casi iguales; lo que cambia es la forma en la que se transforma la energía en su interior.
También que en su mayoría no llegan a ser vehículos 100 % ecológicos, puesto que en algún punto de la cadena productiva se utilizan y generan combustibles fósiles, como puede ser la producción de electricidad que necesita un coche eléctrico de baterías o el hidrógeno de aquellos equipados con pila de combustible.
En el caso de la producción de hidrógeno, a nivel mundial el 95 % se extrae a partir del reformado de gas natural, un proceso que emite grandes cantidades de CO₂ a la atmósfera, mientras que solo el 5 % se obtiene a partir de energías renovables, como puede ser la electrólisis.
«Si solo ponemos el factor precio en la balanza es difícil competir contra el petróleo, se deben poner ahí las cuestiones medioambientales».
Lo cierto es que el uso del hidrógeno no es nada nuevo, y de hecho hay