Cuando se puso en el mercado la cuarta generación del BMW X5 hace poco más de un año, recuerdo sucumbir a los encantos y buen hacer de la versión 30d de 265 CV, un modelo que gracias a sus reducidos consumos y su brillo en el aspecto dinámico, parecía más que suficiente para cualquiera que quisiese un SUV grande y lujoso. Pero no habíamos probado todavía la versión BMW X5 M50d con su motor diésel de 400 CV que mejora considerablemente sus prestaciones sin aumentar en exceso los consumos.
El BMW X5 ha dado un salto de gigante en esta cuarta generación en todos los aspectos. Esta versión tan especial que hoy nos ocupa es la firmada por M Performance y podemos hablar de él como el tope de gama, junto al M50i de 530 CV en gasolina. Serán los más deportivos y potentes hasta la llegada del BMW X5 M de 600 CV a mediados de este año. A pesar de que ese será sin duda el X5 soñado por muchos, este que hoy nos ocupa le gana en algunos aspectos por goleada.
En Motorpasión
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La versión M Performance diésel
La versión M50d tiene cuatro turbos y es uno de los motores más avanzados del mundo del automóvil
La receta es aparentemente sencilla. Han cogido el motor 3.0 diésel de seis cilindros en línea, el mismo que lleva el 30d y le han incorporado cuatro turbocompresores, dos de alta presión