El mundo de los coches y el mundo de las motos siempre ha tenido cierta yuxtaposición. Fabricantes japoneses como Suzuki u Honda empezaron su andadura en el mundo de las motos, y se convirtieron después en fabricantes de coches. Con todo, no existen motos con motores de coche, ni coches con motores de moto, fuera de un plano experimental o del plano del tuning. Quizá se deba a lo diferentes que son sus motores en potencia y par. Sea como fuere, en 2001, Suzuki llegó a enseñarnos un prototipo de coche deportivo con motor de Hayabusa. Qué pena que nunca pasara de la fase conceptual.
En el fondo la idea no era nueva ni mucho menos. Incluso hoy en día se ha seguido especulando con la idea de poner un motor potente de moto en un coche muy ligero y deportivo. El último ejemplo posiblemente fue la unión de un motor Ducati con un Volkswagen XL1, un proyecto que nunca pasó de concept car. Como ocurrió con el coche que tenéis en vuestras pantallas, el Suzuki GSX-R/4. El propio nombre de este prototipo ya dejaba claras sus intenciones. Era una Suzuki GSX con cuatro ruedas a efectos prácticos. Un estricto speedster biplaza de altas prestaciones, propulsión trasera.
Los Suzuki Capuccino de los años 90 podrían ser considerados antecesores espirituales del GSX-R/4 Concept.
Ver la galería completa en Diariomotor
Al ser un speedster, se imitaba el feeling de circular a cielo abierto y sin apenas carrocería de una moto. La influencia del mundo de las motos era obvia y directa en muchos más detalles. La construcción del chasis del coche era un spaceframe tubular de aluminio, clara referencia a la construcción de una moto. La instrumentación era prácticamente idéntica a la de una moto deportiva y solo una pantalla central de grandes dimensiones