El BMW Z4 que probamos esta semana es la última entrega de la mítica saga Z que vio la luz por primera vez en los años 50. Estamos antes una larga historia de biplazas descapotables, aunque en mi caso fue el BMW Z3 de James Bond la unidad que me enamoró en la gran pantalla durante la película Goldeneye (1995)
Es cierto que el invierno no es la mejor época para conducir un coche de estas características, pero sinceramente… descapotado se vive mejor.
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El BMW Z4 G29 es la tercera generación desde que la saga Z pasara a llamarse Z4 en el 2004. Si lo comparas estéticamente con cualquier otro BMW que exista a la venta actualmente verás que si bien es fácilmente reconocible como modelo de la marca alemana, realmente poco tiene que ver con el anterior Z4. Disfrutemos de este soplo de aire fresco mientras lo analizamos.
Una carrocería moderna a la antigua usanza
Con un roadster los paisajes se disfrutan de otro modo
Los roadster son evidentemente una compra pasional y por ello hemos de agradecer a BMW que se haya mantenido fiel al estilo original que define este tipo de vehículo: conductor y acompañante sentados muy bajos tras un larguísimo morro justo delante de una parte trasera corta y rematada de forma abrupta. El motor que lo da vida está colocado de forma longitudinal bajo este largo capó, el cambio prácticamente entre los dos asientos y la transmisión a las ruedas posteriores. El reparto de pesos recae un 50% exacto en cada eje, como debe de ser.renderAd(,36166);
He de decir que el nuevo BMW Z4 me gusta. Combina adecuadamente la silueta tradicional de un roadster con la imagen de un BMW de última generación. El capó largo y anguloso, afilado paragolpes y faros led con pilotos en vertical dibujan una agresiva mirada