Cuando conducimos, normalmente, estamos atentos a las circunstancias del tráfico y a todo lo que nos rodea. Pero aunque practiquemos una conducción sensata y responsable, todos tenemos alguna manía que afecta a la manera de conducir. Manías al volante hay muchas, prácticamente todos los conductores las tenemos, aunque solemos coincidir en varias de ellas. Y hay que tener cuidado, porque muchas de ellas pueden resultar perjudiciales para la mecánica del coche, y en consecuencia, provocar averías.
Conducir con una mano en el cambio de marchas
Un gesto que parece inofensivo y que no tiene mayor repercusión es conducir con una mano al volante y otra sobre la palanca de cambio. Es una posición muy común y no solo resulta ser una manera de conducir bastante peligrosa, al no llevar las dos manos al volante, preparado para realizar cualquier maniobra en el momento que sea necesario, sino que puede provocar una avería bastante importante.
Al presionar la palanca del cambio se produce una presión sobre la caja de cambios que puede llevar a desgastar diversos elementos de la transmisión. Este desgaste se produce poco a poco y aunque no causa la avería de manera inmediata, reduce la vida útil de la transmisión y podemos encontrarnos con un serio problema y una avería cara de reparar.
El pie en el embrague puede llevar a causar el mismo efecto en este, así que debemos apoyar el pie en el resposapies que hay junto al embrague cuando no tengamos que accionarlo, para evitar desgastarlo más de lo normal.
Confiarnos al conducir
A veces vamos tan seguros y conocemos tan bien la vía por la que circulamos que bajamos la guardia. Esto puede provocar que vayamos algo más rápido en un tramo concreto y nos saltemos sin darnos cuenta el límite de velocidad, con lo que puede causar un accidente o hacernos ser merecedores de una sanción.
Otro de los despistes que podemos sufrir es olvidar utilizar los intermitentes al cambiar de carril o al hacer un giro, por confiarnos. El intermitente tiene que utilizarse en todas las maniobras en que se abandone el carril por el que se circula, para avisar al resto de usuarios de la vía. Ojo, utilizar el intermitente no da prioridad, sino que avisa que vamos a hacer una maniobra.
Cuando no lo utilizamos, aunque no veamos a ningún otro vehículo, podemos cometer un error, realizar una maniobra sin señalizar y provocar un accidente. Aunque creamos que estamos solos en la vía, hay que señalizar siempre.
Regular la altura de los faros
Los faros más modernos utilizan sistemas de regulación automática. En el caso de los faros LED, los grupos de luz se activan o desactivan según las necesidades de la circulación. Pero en el caso de los faros tradicionales, esa regulación se ha de realizar desde el puesto del conductor. Hay que tener en cuenta que un coche cargado tiene un ángulo de iluminación diferente al de un coche sin carga. Es conveniente conocer este detalle y regular las luces del coche según las necesidades de cada momento.
Circular por el carril central o izquierdo
Se llama el «síndrome del carril izquierdo» y es una de las manías más detestadas y además, peligrosa. Se trata de esa manía que se tiene por circular de manera continua por el carril izquierdo o central en vías de dos o más carriles por sentido de la marcha. Hacerlo, claro, sin necesidad y con el carril derecho despejado, no para adelantar a vehículos más lentos. Hay conductores que utilizan de manera habitual este carril y entorpecen la circulación de los demás vehículos sin necesidad. Una manía a eliminar y que puede salir muy cara.
Estos son solo alguna de las manías que podemos encontrar en los conductores españoles, así que es importante evitar cometerlas y procurar tener una manera de conducción más sosegada y eficiente.