Luxemburgo se convirtió este pasado sábado, 29 de febrero, en el primer país del mundo con transporte público gratuito después de eliminar las tarifas generales de trenes, tranvías y autobuses con el objetivo de intentar reducir la congestión de las carreteras y las emisiones del tráfico rodado, así como apoyar a los ciudadanos con bajos niveles de ingresos democratizando la movilidad.
De esta manera, los residentes se ahorrarán, por ejemplo, los 440 euros que costaba el abono completo anual en el pequeño y opulento Estado del Viejo Continente. No obstante, aquellos que quieran viajar en primera clase de forma habitual deberán seguir pagando cada año los 660 euros que cuesta dicho pase, tal y como puede verse en las tarifas actualizadas.
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Se trata de una medida «realmente sustancial para las personas con bajos ingresos o el salario mínimo. La razón principal es tener una mejor calidad de movilidad, y la secundaria es claramente también los problemas ambientales», detalló a Reuters el ministro de Transporte luxemburgués, Francois Bausch.
Y es que Luxemburgo, a pesar de ser uno de los países más pequeños de Europa con poco unos 614.000 habitantes, cuenta con la afluencia a diario de otras 214.000 personas que acuden allí para trabajar procedentes de Alemania, Bélgica y Francia, lo que provoca kilométricos atascos de tráfico ya que la mayoría de ellos viajan en coche.
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