Imagínate la experiencia. Hace una nubosa mañana de domingo y estoy recorriendo una serpenteante carretera de montaña por los alrededores de Cascáis. Sí, trabajando. A pesar de las nubes que cubren el cielo, la temperatura es bastante agradable, unos 17 grados. Por ese motivo he descapotado el techo de la máquina que tengo hoy entre manos. Y lo mejor de todo ello, no es la ubicación, ni el agradable clima para un día como hoy. El cóctel que confirma esta increíble sensación que tengo en el cuerpo es el Porsche 718 Boxster GTS 4.0 que estoy conduciendo.
A priori, el nombre puede pasar bastante desapercibido. ¿Otro Boxster GTS? Pero eso sería un error de libro, porque la coletilla “4.0” advierte que estamos ante un deportivo extremadamente especial. ¿Por qué? Pues porque realmente cuenta con el mismo motor atmosférico de cuatro litros y seis cilindros, así como una puesta a punto idéntica a la empleada en el 718 Spyder.
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Sin embargo, ahora no cuenta con los detalles exteriores extremadamente deportivos del 718 Spyder, lo que hace que sea un coche ideal para quien -como ocurre con su nombre- quiera pasar desapercibido. De hecho, la designación del modelo indica “718 Boxster GTS”: ni siquiera refleja que estamos ante la versión 4.0, algo que queda relegado a dos pegatinas en las puertas.
Y es que no todo el mundo quiere ir por ahí llamando la atención. En Porsche son bien conscientes de ello y ya han indagado anteriormente en la materia. De hecho, Porsche primero lo hizo con el 911 R en 2016 y repitió un año después con el 911 GT3 Touring Package. Ambos eran, en realidad, un