En automoción como en otros sectores, en ocasiones, los diseños más emblemáticos nacen en un tiempo récord y partiendo de una idea muy sencilla. Y sobre todo sin que el departamento de marketing tenga mucho que decir al respecto. Un buen ejemplo de ello es el BMW Z8. El elegante y potente roadster no estaba previsto en los planes de BMW, pero cuando lo vieron, dieron inmediatamente el visto bueno, sin saber muy bien cómo lo iba a fabricar o vender.
El BMW Z8 fue diseñado por Henrik Fisker, el diseñador danés que poco después se iría a Aston Martin para crear los V8 Vantage y DB9, entre otros, y que años más tarde fundaría su propia marca de coches lanzado al mercado el Fisker Karma. Y hace años, contó la historia en una entrevista para Petrolicious de cómo llegó a gestarse el BMW Z8.
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Explica que todo partió de los miembros del consejo de dirección. Pasaron un fin de semana en Francia, en la Costa Azul, conduciendo coches clásicos de lujos. Entre ellos había un BMW 507. Y uno de los máximos ejecutivos preguntó por qué no tenían un coche de este tipo en la gama actual. A los pocos días, Chris Bangle, entonces al frente del diseño de BMW, le preguntó a su equipo si alguien quería intentar diseñar un 507 moderno, un poco al estilo de como el Porsche