Por muy atractivos que nos resulten los coches clásicos – personalmente soy un fan confeso de estos vehículos cargados de personalidad y detalles únicos – hay que reconocer que no son aptos para todos los públicos. Son lentos, inseguros y en general, delicadas. Su mantenimiento es caro y costoso, y no nos ofrecen la fiabilidad de un coche moderno. Sin embargo, en Electric Classic Cars consideran que electrificar coches clásicos es una gran forma de combinar carácter y progreso. En este caso, dicho sea de paso, con unas prestaciones de infarto.
Electric Classic Cars es una empresa británica que transforma coches clásicos en coches eléctricos. Un proceso reversible por el que han pasado coches de la talla del Range Rover clásico, el Fiat 500 de motor trasero o un precioso MG B. Uno de sus proyectos más ambiciosos tiene como protagonista a una Volkswagen Transporter T2, concretamente en su versión pick-up. Un vehículo comercial muy común en los años 60 y 70, y que ahora es considerado un clásico de culto. En su momento, propulsado por un sencillo bóxer de cuatro cilindros refrigerado por aire.
Su autonomía real supera los 400 km con una carga completa.
Aquél sencillo motor de 1,6 litros – ubicado en posición trasera, como era canon en aquellas furgonetas – desarrollaba 50 CV de potencia, y su evolución de 1,8 litros rozaba con la punta de los dedos los 70 CV. Era una pick-up lenta, de prestaciones modestísimas, especialmente si iba cargada. Y en Electric Classic Cars han decidido multiplicar por siete su potencia, instalando en sus entrañas el motor eléctrico de 469 CV de un Tesla Model S P85 de tracción trasera. Este motor va asociado a una batería de iones de litio procedente de un Tesla Model X.
Concretamente una batería de 100 kWh de capacidad, montada