Siete semanas después de la aplicación del estado de alarma ante la crisis sanitaria del coronavirus y tras varios días en los que los índices de contagio y fallecidos han ido retrocediendo, el Gobierno ha aprobado un Plan para la Transición hacia una Nueva Normalidad que se materializa en una desescalada progresiva en cuatro fases (0,I,II,III) y que define nuevo párametros en los que se incluyen nuevos escenarios de movilidad.
Esta desecalada será por tanto gradual, pero también asimétrica pues se realizará territorialmente, dentro de cada provincia o isla, que será donde se apliquen las diferentes fases en el camino hacia normalidad, y a diferentes velocidades según la evolución de la infección en cada territorio y su capacidad de respuesta a la misma.
¿Cuándo y cómo se aplicará la desescalada?
La misma comenzará el 4 de mayo y aunque se ha calendarizado por quincenas, en correspondencia con el periodo de incubación del virus, se aplicará en función del control de la epidemia en cada provincia «y a la velocidad que permita la situación sanitaria de esa zona, de acuerdo con criterios objetivos».
De esta manera, el paso de una fase a otra estará determinado por una serie de marcadores que se resumen esencialmente en los siguientes:
Las capacidades estratégicas sistema sanitario de atención primaria y hospitalario en cada una de las provincias o islas.
La situación epidemiológica, es decir, en base a la evolución de la enfermedad en el interior de dicho territorio.
La implantación de medidas de protección colectiva en comercios, transportes, centros de trabajo y en cualquier espacio público.
En los datos de movilidad y económicos.
Así, cada 15 días, y en colaboración con los gobiernos regionales y municipales, se revisará la situación de cada territorio en