El parón en la movilidad provocado por la pandemia está teniendo dos efectos en los coches: degradación de las baterías, problemas con el turbo o la incidencia de los agentes externos en la pintura. Y todos sabemos que uno de los peores** enemigos de la pintura** de los vehículos es la corrosiva caca de pájaro.
En estas anda Ford, que le ha dado la vuelta al problema para convertir los excrementos en un aliado, y mantener en buenas condiciones la pintura. ¿Cómo? Con la ayuda de caca de pájaro artificial.
Temperaturas extremas, bombardeo de luz ultravioleta…
Según explica la firma del óvalo, los excrementos sintéticos desarrollados en su laboratorio son tan realistas que pueden reflejar con precisión las diferentes dietas -y la consiguiente diferente acidez de los excrementos- de la mayoría de los pájaros en Europa.
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Estos excrementos de laboratorio se aplican en spray a distintas piezas de muestra que se introducen en un horno a 40°C, 50° C y 60° C para replicar condiciones climatológicas que se pueden dar en verano, cuando un coche se aparca a pleno sol, por ejemplo.
En este punto se lleva la protección contra la corrosión de la pintura al límite.
En otras de las pruebas se las rocía con ácido fosfórico mezclado con detergente de jabón y polen sintético en los paneles. Después se los envejece en hornos a 60° C y 80° C durante 30 minutos. La prueba protege, según Ford, contra las partículas en el aire como el polen y la savia pegajosa de los árboles.