Su nombre en clave era Dyson N526, y se habría convertido en el primer coche eléctrico de una compañía que hasta la fecha, se había centrado en producir electrodomésticos – concretamente, ventiladores y aspiradoras. El sueño del británico Sir James Dyson era aplicar sus conocimientos de innovación a la construcción de un crossover eléctrico de última generación. Un coche con el atractivo de los productos de su compañía, tecnológico y vanguardista, con un aura premium, y con el Tesla Model X en su punto de mira. Desgraciadamente, su sueño no se pudo cumplir.
El sueño de James Dyson se dio de bruces con la dura realidad. Desarrollar y vender un coche eléctrico, sin experiencia previa en el sector del automóvil, es una empresa como mínimo desafiante. Como quizá sabéis, en estos momentos este proyecto se ha cancelado. Dyson no va a construir el coche eléctrico que tenía planeado. Lo iba a ensamblar en Singapur, en unas instalaciones ad-hoc cuya construcción ya se había iniciado. Incluso James Dyson se había comprado una lujosa casa en Singapur para dirigir personalmente el proyecto.
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Pero todo se fue al traste. No se fue al traste por ningún motivo trágico. La realidad es que los números no salían. Sir James Dyson, en una entrevista con el diario británico The Times, afirmó que el coche tendría que haberse vendido por al menos 150.000 libras esterlinas para que la empresa no perdiera dinero. Incluso llegó a invertir 500 millones de libras de su patrimonio personal en el desarrollo, patrimonio que ha perdido en esta desventura comercial. Y es una verdadera pena, porque Dyson parecía tener algo muy grande entre manos.
La primera imagen del Dyson N526 preside este artículo. Se trataba de un crossover deportivo, cuyo tamaño rondaría los cinco metros de longitud.