Los malos presagios finalmente se han cumplido. El gigante de los coches de alquiler Hertz se ha declarado en bancarrota en Estados Unidos y Canadá a consecuencia de la crisis económica ocasionada por el coronavirus, y tras no conseguir un plan de reestructuración de su deuda exitoso.
Así lo ha anunció la compañía en un comunicado en el que califica el impacto del COVID-19 en la demanda de viajes fue «repentino y dramático, causando una disminución abrupta en los ingresos de la compañía, explica Hertz.
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La declaración de suspensión de pagos, no obstante, afecta a las operaciones de Hertz y sus filiales en Estados Unidos y Canadá, pero no en Europa, Australia, ni Nueva Zelanda, al igual que tampoco las que operan como franquicias puesto que no son propiedad de la entidad. Este el caso de, por ejemplo, Dollar, Thrifty o Firefly, entre otras, las cuales seguirán prestando servicio al público.
La entidad asegura que, a pesar de que ha optado por acogerse a la protección del Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos para las filiales norteamericanas, cuenta con 1.000 millones de dólares (918 millones de euros al cambio actual) de liquidez para continuar con sus operaciones actuales en el resto del mundo.
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