El IIHS estadounidense es un organismo equivalente a nuestro EuroNCAP, capaz de realizar cientos de crash-test al año para asegurarse de que los coches que se venden en EE.UU. cumplen unas condiciones de seguridad mínimas. Recientemente han sometido a su exigente prueba de crash test frontal de bajo solapamiento a un Jeep Wrangler. El resultado ha sido, al mismo tiempo, satisfactorio, y desastroso. De hecho, en dos de los tres crash-test a los que el todoterreno ha sido sometido, el coche ha terminado volcando. ¿Cómo ha ocurrido esto?
En primer lugar, habéis de saber qué es la prueba de choque de bajo solapamiento. Es una prueba que simula un impacto frontal contra una columna o un poste rígido. Se lleva a cabo a 64 km/h y su dificultad radica en su bajo solapamiento: el impacto se produce contra solo el 25% de la superficie frontal del coche. Esto pone a prueba especialmente al pilar A y las estructuras de deformación frontales. Cuando se empezó a realizar el test, coches que cumplían con creces en los crash-test habituales mostraban comportamientos desastrosos en estas pruebas.
Los dos Wrangler probados por el IIHS tuvieron el mismo comportamiento en la prueba.
Desde hace unos años los fabricantes han mejorado la seguridad de sus coches y ahora casi todos los coches sacan buena nota en esta prueba – que por cierto, la EuroNCAP europea no realiza, y debería realizar. El Jeep Wrangler se sometió a esta prueba en 2015 y la superó de forma satisfactoria. FCA había llevado a cabo una prueba de choque de su nuevo Jeep Wrangler, en la que el coche había demostrado un comportamiento satisfactorio. Sin embargo, cuando el IIHS auditó dicha prueba, en las dos ocasiones se produjo un llamativo vuelco.
El IIHS adquiere sus coches en el canal comercial de forma